China ha cuestionado duramente a Estados Unidos por lo que considera un comportamiento incoherente, luego del anuncio del presidente Donald Trump sobre la aplicación de un arancel del 100 % a las importaciones provenientes del país asiático. Esta decisión amenaza con interrumpir el proceso de diálogo entre ambas naciones y podría comprometer una reunión programada entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, avivando nuevamente las tensiones comerciales entre las dos mayores potencias económicas del planeta.
En un intento por reducir la fricción, Trump manifestó que su intención no es perjudicar a China, sino tender puentes. “No se preocupen por China. ¡Todo estará bien! El presidente Xi ha pasado por momentos difíciles, y ninguno de los dos desea una crisis económica. Estados Unidos quiere colaborar con China, no dañarla”, adoptando un tono inusualmente diplomático tras varios días de fuertes declaraciones contra Beijing.
Estas palabras llegaron apenas 48 horas después de que el mandatario norteamericano anunciara la imposición de nuevos aranceles a partir del 1° de noviembre, además de restricciones a las exportaciones de software estratégico de origen chino. Según explicó, esta acción es una respuesta a las recientes limitaciones impuestas por China a la venta de tierras raras —minerales clave para industrias tecnológicas y de defensa— y a lo que calificó como una postura “hostil y opaca” por parte del gobierno asiático en materia comercial.
Desde Beijing, la reacción no tardó en llegar. El Ministerio de Comercio expresó su rechazo a las medidas estadounidenses y señaló que este tipo de amenazas “sólo entorpecen el camino hacia una solución negociada”. Además, calificó las acciones de Washington como un ejemplo clásico de “doble discurso”. “Escalar los aranceles no es la vía adecuada para construir una relación positiva con China”, declaró un vocero oficial.
El mismo portavoz explicó que las contramedidas adoptadas por su país —incluidas nuevas restricciones a las exportaciones de minerales estratégicos— no son ofensivas, sino una respuesta legítima para resguardar los intereses de sus industrias locales. “Esperamos que Estados Unidos rectifique su posición, y que ambos países retomen el camino del diálogo. Pero si persiste en una línea confrontativa, China responderá con firmeza”, advirtió.
La escalada comenzó cuando las autoridades chinas revelaron una nueva serie de restricciones sobre la exportación de metales esenciales utilizados en la fabricación de componentes tecnológicos como teléfonos inteligentes, baterías para vehículos eléctricos, radares y motores de aviación. China defendió la legalidad de estas medidas y afirmó que todas fueron notificadas a sus socios internacionales de manera transparente.
Actualmente, China domina alrededor del 70 % de la producción mundial de tierras raras y concentra cerca del 90 % de su procesamiento, lo que le otorga un peso geopolítico considerable en sectores de alta tecnología, como el desarrollo de armamento, chips, semiconductores y dispositivos electrónicos de última generación.