Descubrí cómo preparar el saludable Té de Mandarina

Durante los meses más fríos, las frutas cítricas no solo ofrecen un sabor agradable, sino que también pueden convertirse en una herramienta poderosa para el bienestar diario. Entre ellas, la mandarina destaca por su practicidad y su riqueza en vitamina C, esencial para reforzar el sistema inmunológico en época de resfríos. Sin embargo, lo que habitualmente se descarta —su piel— esconde una serie de compuestos beneficiosos que vale la pena aprovechar.

La corteza de la mandarina concentra una gran variedad de sustancias bioactivas como aceites esenciales, flavonoides, carotenoides y vitamina C. Estas propiedades no solo ayudan a mejorar la digestión, sino que también pueden aliviar la hinchazón abdominal y favorecer el tránsito intestinal. Además, su aporte de antioxidantes contribuye a proteger al organismo del daño causado por los radicales libres, algo especialmente valioso en épocas de bajas defensas.

Ciertos flavonoides presentes en la cáscara, como la hesperidina o el tangeretin, han sido estudiados por sus efectos positivos sobre la salud cardiovascular y metabólica. También se ha observado que el aroma que desprende, rico en limoneno, tiene efectos relajantes que pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo.

Ingredientes:

Piel de una o dos mandarinas (bien lavadas).

1 taza de agua.

Opcionales: trocito de jengibre, ramita de canela, clavo de olor, o un toque de miel para endulzar.

Preparación:

Lavar bien las cáscaras, especialmente si la fruta no es orgánica.

Colocarlas en una olla pequeña con el agua.

Llevar a hervor, luego reducir el fuego y dejar que hierva suavemente entre 5 y 10 minutos.

Colar y servir caliente. Si no se va a tomar de inmediato, retirar las cáscaras para evitar que amargue.

Cómo conservar las cáscaras: Podés dejarlas secar al aire sobre un paño o bien llevarlas al horno a baja temperatura hasta que pierdan toda la humedad. Una vez secas, se guardan en frascos bien cerrados y pueden usarse durante todo el invierno como base para infusiones, saborizantes o incluso como aromatizantes naturales.

En definitiva, transformar la cáscara de mandarina en un recurso útil es una forma sencilla de reducir el desperdicio y sumar bienestar a través de pequeños gestos cotidianos.

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