La mandarina es una fruta cargada de nutrientes esenciales como vitamina C, A, flavonoides, betacaroteno, y vitaminas B1, B2 y B6, junto con aceites naturales.
Más allá de ser una bebida deliciosa, la infusión de mandarina es un aliado potente para fortalecer el sistema inmune, mejorar la digestión y promover un estado de relajación, gracias a su aroma refrescante. Además, al aprovechar las cáscaras de la fruta, se evita el desperdicio, concentrando en ellas los beneficios de la vitamina C, los antioxidantes y los aceites esenciales.
Para preparar esta infusión, se utiliza la cáscara de la mandarina, lo que hace que, una vez consumida la fruta, se pueda guardar la cáscara y aprovecharla.
Esta infusión puede elaborarse tanto con cáscaras frescas como secas. Si decidís secarlas, basta con exponerlas al sol o secarlas a baja temperatura en un horno. Se pueden guardar durante todo el año y usarlas cuando se desee. Para quienes no son aficionados al té, agregar las cáscaras al mate es una excelente alternativa para aprovechar sus propiedades. Además, las cáscaras funcionan como ambientadores naturales o repelentes de insectos, proporcionando un aroma fresco y sin químicos.
Instrucciones para preparar el Té de Mandarina:
Lava bien las cáscaras (preferentemente de frutas orgánicas).
Hierve las cáscaras en una taza de agua durante 5 a 10 minutos.
Cuela y sirve caliente; si no la consumes de inmediato, retira las cáscaras para evitar el amargor.
Se puede también añadir jengibre, canela, clavo o una cucharadita de miel para potenciar el sabor y sus propiedades.
Consumir dos mandarinas al día es suficiente para obtener una dosis ideal de vitamina C y un 10% de la ingesta recomendada de betacaroteno o provitamina A. También es rica en ácido fólico y folatos, fundamentales para la formación de glóbulos rojos y anticuerpos. Esta fruta, además, contiene una excelente cantidad de fibra, potasio, calcio, magnesio, hierro, zinc y fósforo.