El Yo-Yo: Un Clásico Imperecedero que Desafía el Tiempo

El yo-yo es un disco del tamaño parecido al de un alfajor, tallado en madera y posteriormente en plástico.

Con una ranura profunda en su circunferencia, en la que se enrolla un cordón que se anuda al dedo –el del medio–, su simpleza esconde un mundo de destrezas. Este juguete, que tuvo su apogeo durante los 80’s y sigue siendo popular hoy en día, es mucho más que solo subir y bajar mediante pequeñas sacudidas de la mano.

Dominar el arte de hacer que el yo-yo vuelva es solo el principio. Desde movimientos básicos como “El dormilón” hasta hazañas avanzadas como “El fuego atómico” o “La bala de plata”, este clásico juguete ofrece un sinfín de posibilidades que requieren entrenamiento y talento.

En la era dorada del yo-yo, los fabricantes llevaban a campeones por el mundo para exhibir sus habilidades. En Argentina, los campeones locales recorrían las escuelas auspiciados por la famosa gaseosa, haciendo demostraciones que maravillaban a los niños.

Una campaña publicitaria inolvidable de esa época incentivaba a los niños a coleccionar tapitas de botellas que venían con dibujos de trucos de yo-yo. Al canjear 10 tapitas, se obtenía un yo-yo, convirtiendo la promoción en un hit absoluto.

Coca-Cola y Russell se asociaron en 1947 para llevar el yo-yo a todo el mundo como parte de una campaña de promoción que dejó huella en la infancia de muchas generaciones en más de 200 países. Además de ser un juguete, el yo-yo ha viajado en misiones espaciales y ha sido utilizado en programas experimentales para estudiar la microgravedad.

El origen del yo-yo se pierde en la antigüedad, con evidencia de su existencia desde el siglo V a.C. en Grecia y China. El nombre, que significa “volver” en filipino, se estima que fue acuñado en el siglo XVI. Su presencia perdura hasta hoy, gracias al crecimiento de las fábricas de plástico en Estados Unidos en el siglo XX, que permitieron su producción a gran escala.

A lo largo de la historia, el yo-yo ha demostrado ser más que un simple juguete, convirtiéndose en un símbolo de habilidad, creatividad y diversión que ha perdurado a través del tiempo y sigue cautivando a personas de todas las edades en todo el mundo.

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