Enzo Francescoli, conocido como El Príncipe, dejó una marca indeleble en la historia de River desde su llegada en 1983.
Su debut en el club argentino fue el 24 de abril de ese año, cuando el equipo enfrentó a Huracán en el Monumental y ganó 1-0 gracias a un gol en propia puerta de Marcelo Bottari. A pesar de un gol anulado por el árbitro por fuera de juego, Francescoli, con el dorsal número 10, mostró destellos de la magia que lo convertiría en leyenda.
“Traté de disfrutarlo, pero fue un partido con muchos nervios. Tuve el apoyo de mis compañeros, el cuerpo técnico e incluso el público. Mi familia estuvo en el estadio, compartiendo ese momento especial y fue todo algarabía. Pero por dentro sabía que tenía un recorrido largo por delante”, recuerda Francescoli.
La llegada de Francescoli no fue sencilla. En un River Plate en crisis, luchando por evitar el descenso, el equipo apenas se mantuvo en la Primera División gracias a la implementación de los promedios. En sus primeros partidos, Francescoli enfrentó la hostilidad de la afición. “Corré, uruguayo, carne de paloma”, solían gritarle desde la tribuna. Sin embargo, su resiliencia se manifestó pronto. En la cuarta fecha del torneo, marcó su primer gol con River en una victoria 1-0 sobre Ferro en Caballito.
A pesar de las dificultades iniciales, Francescoli se convirtió en un pilar del equipo, disputando 237 partidos oficiales y anotando 137 goles. Su desempeño fue crucial para que River Plate conquistara cinco títulos locales y dos internacionales durante su carrera en el club.
River Plate estaba en busca de una estrella para revitalizar su equipo. Enzo Francescoli, entonces una joven promesa del Montevideo Wanderers, estaba en el radar del Milan con una oferta de 400 mil dólares sobre la mesa. Sin embargo, Rafael Aragón Cabrera, presidente de River, negoció intensamente con Mateo Giri de Wanderers. A pesar de las dificultades económicas del club, finalmente acordaron la transferencia por 310 mil dólares el 24 de marzo de 1983.
Este fichaje fue decisivo. Ese mismo año, Francescoli lideró a la selección uruguaya a ganar la Copa América, consolidándose como una estrella emergente en el fútbol sudamericano.
El impacto de Francescoli en River fue inmediato y profundo. En la temporada 1985/86, River Plate se coronó campeón con Francescoli como máximo goleador, con 25 goles en el torneo. Su talento y liderazgo en el campo ayudaron a River a recuperar su posición como uno de los equipos más dominantes de Argentina.
Después de una destacada participación en el Mundial de México 1986, Francescoli continuó su carrera en Europa, jugando en el Racing de París y otros clubes hasta 1994. Sin embargo, su vínculo con River nunca se rompió.
En 1994, Francescoli regresó a River Plate y continuó construyendo su legado. Bajo su liderazgo, el equipo ganó la Copa Libertadores en 1996, la Supercopa Sudamericana en 1997, y varios campeonatos locales, incluidos los Apertura de 1994 y 1996 y el Clausura de 1997.
El regreso de Francescoli no solo fortaleció al equipo, sino que también inspiró a una nueva generación de aficionados y jugadores. Hoy, como mánager del club, sigue siendo una figura central en la exitosa era moderna de River Plate.
Enzo Francescoli no solo es recordado por sus logros en el campo, sino también por su influencia fuera de él. Zinedine Zidane, una de las mayores estrellas del fútbol mundial, ha expresado en numerosas ocasiones su admiración por Francescoli, al punto de nombrar a su hijo en honor al “Príncipe”.
Francescoli es más que un ídolo para los hinchas de River; es un símbolo de elegancia y excelencia en el fútbol. Su historia es un testimonio de cómo el talento y la determinación pueden cambiar el curso de un club y dejar una huella indeleble en el deporte.