En los recuerdos nostálgicos de muchos argentinos, los kioscos solían albergar golosinas con sorpresas, entre ellas, el famoso chocolatín Jack. Este dulce, una creación de la fábrica de chocolates FelFort, ha sido un elemento constante en el paisaje de los kioscos desde su lanzamiento en 1962 hasta la actualidad.
Desde sus primeros días, el chocolatín Jack ha sido reconocido por su forma rectangular, del tamaño de una pequeña caja de fósforos, con un centro hueco que albergaba una sorpresa. Esta sorpresa, que formaba parte de una colección anual, solía ser un pequeño juguete que despertaba la emoción de los niños y se convertía en un auténtico tesoro para varias generaciones.
Al principio, las sorpresas eran aleatorias e incluían desde animalitos hasta superhéroes. Sin embargo, con el tiempo, las colecciones se volvieron más temáticas y populares. Desde Titanes en el Ring hasta equipos de fútbol y personajes de dibujos animados como Larguirucho e Hijitus, las colecciones de Jack siempre han mantenido su encanto característico.
A lo largo de los años, los Jack han evolucionado para adaptarse a las tendencias actuales. Aunque aún se pintan a mano, ahora incluyen colecciones de personajes modernos, manteniendo así su relevancia en el mercado.
A pesar de algunos altibajos comerciales y un breve paréntesis debido a dificultades con las importaciones, los chocolatines Jack nunca dejaron de producirse. Su presencia en los mostradores de los kioscos sigue siendo constante, recordando a los argentinos tanto sus momentos de gloria pasados como su continua relevancia en la actualidad.
Los chocolatines Jack no son solo dulces con sorpresas, son parte de la historia cultural argentina y continúan siendo un ícono querido y buscado en el mercado de confitería del país.