Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, una película para no perderse

En Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, el detective Benoit Blanc recibe una invitación del excéntrico empresario tecnológico Miles Bron para pasar unos días en su extravagante residencia de diseño, ubicada en una exclusiva isla griega.

También llegan al lugar los amigos más cercanos de Bron, un grupo que se hace llamar “los disruptores”: Claire Debella, política en ascenso; Lionel Toussaint, un respetado hombre de ciencia; Birdie Jay, una figura de la moda venida a menos, acompañada por su asistente Peg; y Duke Cod, un influencer musculoso y provocador, que llega con su pareja del momento, Whiskey. Lo que nadie esperaba era la presencia de Andi Brand, antigua socia de Bron, con quien terminó en malos términos. Lo que comienza como un juego de misterio propuesto por el anfitrión, pronto toma un rumbo más siniestro.

Este nuevo enigma protagonizado por el perspicaz Blanc conserva el ritmo dinámico, una realización impecable, actuaciones sólidas y un toque de ironía oscura, como en la primera entrega. Sin embargo, el desarrollo narrativo resulta más enredado y con menor profundidad emocional, lo que dificulta conectar con los personajes: un grupo de privilegiados caprichosos, obsesionados con el estatus, la ambición y el placer. Aun así, se valora que el director Rian Johnson no caiga en la caricatura y mantenga cierta contención en su crítica.

El desenlace, cargado de una energía casi purificadora, aporta una capa interesante al relato. Pero, en conjunto, esta secuela no alcanza la fuerza ni el impacto de la original, quedando como un entretenimiento elegante, diseñado para seguir expandiendo el universo de Blanc.

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