Rosario Central, en la Cima Nacional en 1980: Un Triunfo Inolvidable e Histórico

En 1980, la definición de fútbol sinfónico parecía haber sido hecha a medida para Rosario Central, que alcanzó un nivel excepcional y quedó grabado en la memoria colectiva de sus hinchas como La Sinfónica.

Los canallas disfrutaron de un equipo dirigido por Angel Tulio Zof que se alzó con el título del Nacional de ese año. Fue un gran campeón en un torneo en el que los equipos del interior del país adquirieron un protagonismo estelar. Tanto es así que la famosa Sinfónica derrotó en una inédita final a un Racing de Córdoba que había tenido una campaña notable bajo las órdenes de Alfio Basile.

En los cuartos de final del torneo llegaron Central, Newell’s, Instituto, Racing de Córdoba, Unión, River, Independiente y Argentinos. A la fase siguiente accedieron canallas, leprosos, los albicelestes del barrio Nueva Italia y los Diablos Rojos. El interior pisó fuerte en ese Nacional. Los rosarinos se encontraron en las semifinales, en las que las huestes de Zof salieron airosas por su temible rendimiento como locales, una constante en una competición en la que se aseguraban un buen resultado en el Gigante de Arroyito y luego lo defendían como visitantes.

Los canallas ganaron 3-0 en el partido de ida y perdieron 1-0 en la vuelta. La otra llave tuvo como vencedor a Racing del Coco Basile. Los cordobeses golearon 4-0 en el primer partido a Independiente y en la revancha sucumbieron 4-3 en un partidazo.

El nombre del campeón se decidió en dos finales disputadas por equipos con características muy similares. Central tocaba, tocaba y tocaba. Tenía un gran respeto por la pelota y una contundencia feroz.

Edgardo Bauza, un defensor, era una máquina de hacer goles y se complementaba con sus compañeros en una retaguardia firme que nacía en la seguridad del arquero Daniel Carnevali y continuaba en los laterales Juan Carlos Ghielmetti y Jorge García y en el otro central, Oscar Craiyacich.

En el medio, José Luis Gaitán corría y jugaba, Omar Palma -un joven de 22 años con panorama y sacrificio- y el Mago Eduardo Bacas combinaba inteligencia y exquisitez para habilitar a un excelente definidor como Víctor Marchetti que contaba con el respaldo de Félix Orte y Daniel Teglia para abrir las retaguardias contrarias por los costados. Por si fuera poco, disponía de un comodín como Héctor Chazarreta que ocupaba varios puestos.

Racing no tenía nada que envidiarle a Central. El entrenador Basile armó un equipo en el que se combinaban la calidad y la habilidad del delantero Roberto Gasparini con los desbordes del extremo Luis Amuchástegui, los goles de Miguel Ballejo, la potencia de Atilio Oyola, la seguridad del portero Manuel Ramos y cuatro defensores como Lucio Del Mul, Pascual Noriega, Osvaldo Coloccini (que no pudo jugar en las finales) y Enrique Vivanco que no permitían que el rival tuviera ni un centímetro de espacio y un mediocampo en el que Oscar López y Guillermo Aramayo aportaban equilibrio. Basile mantuvo su filosofía futbolística y nunca permitió que se renunciara a un juego de posesión y ataque constante.

El primer partido se jugó en Arroyito, en la noche del miércoles 17 de diciembre. Central tocó un fútbol sublime. Su eficacia ofensiva derrotó a Racing y logró una victoria por 5-1 con un penal convertido por Gasparini, un remate imposible de Palma, la siempre peligrosa habilidad para el cabezazo de Marchetti, una entrada oportuna de Oscar Américo Agonil y un potente tiro de volea de Guillermo Trama. A pesar del gol de Oyola para Racing, los cordobeses no pudieron resistir el vendaval ofensivo de los rosarinos.

En el segundo partido, en una calurosa tarde de domingo, apenas cuatro días antes de Navidad, el equipo de Basile luchó incansablemente por conseguir una victoria que parecía casi imposible. La ilusión de Central se desvaneció temprano en el partido, cuando Oyola marcó un golazo tras un desborde en diagonal. Pero la remontada era casi imposible. Cerca del final, Gasparini anotó un gol de tiro libre, pero el esfuerzo de Racing no fue suficiente.

Central tocó su música, la del buen fútbol y se coronó campeón del Nacional ’80.

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