La administración de Donald Trump puso en marcha una nueva fase de su política comercial al implementar un incremento del 50% en los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio, duplicando la tasa del 25% establecida anteriormente. La medida se produce mientras funcionarios estadounidenses y europeos mantienen encuentros en París con el objetivo de encontrar una salida a las crecientes tensiones comerciales que ya están teniendo impacto a nivel global.
Este endurecimiento arancelario, que entró en vigencia el 4 de junio, añade presión a un escenario económico internacional ya afectado por la prolongada guerra comercial, y complica las conversaciones con socios clave como China y la Unión Europea.
La decisión representa un nuevo golpe a la economía global, en medio de un contexto ya marcado por medidas proteccionistas anteriores. Sin embargo, en contraste con el aumento de la tensión, las señales del mercado mostraron una reacción cautelosamente optimista.
El índice del dólar se ubicaba en 99,202 unidades, sin grandes cambios, mientras que el euro ganaba un 0,1%, cotizando a 1,1383 dólares. Por el momento, el Reino Unido es el único país excluido de esta nueva carga impositiva.
A pesar de que varias de estas medidas comerciales han sido cuestionadas ante los tribunales, siguen vigentes mientras avanzan los procesos de apelación. La estrategia de Washington, lejos de moderarse, parece mantenerse firme en medio de una batalla comercial que aún no tiene un desenlace claro.
