El sueño inicial de los hermanos Dassler de trabajar juntos en una fábrica de calzado deportivo se vio truncado con la llegada del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, circunstancias que provocaron una ruptura definitiva entre ellos, convirtiéndolos en rivales irreconciliables. Ambas marcas, Adidas y Puma, tienen su origen en esta disputa familiar que nunca logró resolverse en lo emocional.
Corría la década de 1920 en Alemania cuando estos dos hermanos fundaron la Gebrüder Dassler Schuhfabrik, una empresa dedicada a la fabricación de zapatos deportivos. En ese momento, eran los únicos fabricantes de este tipo de calzado en el país, lo que les permitió rápidamente convertirse en proveedores oficiales para los clubes de las Juventudes Hitlerianas, una organización paramilitar encargada de adiestrar a jóvenes en la doctrina nazi y prepararlos para el servicio militar.
Las zapatillas fabricadas por los Dassler incluso fueron elegidas como el calzado oficial de los atletas en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Durante esos años, ambos hermanos se afiliaron al Partido Nazi, aunque existían diferencias en su compromiso ideológico: mientras Rudolf mostraba un fuerte entusiasmo por el nazismo, Adolf era mucho más reservado y, según se dice, no apoyaba plenamente el régimen. Esta diferencia marcó el inicio de una brecha profunda entre ellos.
Con el estallido de la guerra, la fábrica dejó de producir únicamente calzado deportivo para dedicarse también a fabricar equipo militar para el ejército nazi. Rudolf intentó aprovechar esta oportunidad para producir botas militares, pero no tuvo éxito y finalmente fue movilizado al frente. Al finalizar la guerra, ambos hermanos enfrentaron procesos de desnazificación debido a su colaboración con el régimen. Rudolf fue clasificado como un miembro de alto rango dentro del partido y fue internado para investigaciones, mientras que Adolf fue arrestado y juzgado por su cooperación. Aunque fue condenado a 10 años y estuvo en riesgo de perder su empresa, un alcalde local, de ascendencia judía, testificó que Adolf lo había ayudado y protegido, lo que contribuyó a mitigar su situación.
Durante el proceso de apelación, Rudolf acusó a Adolf de haber utilizado la producción de armas para beneficio propio y de haberse opuesto al cambio, afirmaciones que fueron desmentidas por los registros financieros de la compañía. Finalmente, la condena de Adolf se redujo a unos pocos años, pero el impacto en su control sobre la empresa fue irreversible, y Rudolf aprovechó esta situación para ganar terreno.
La esposa de Adolf, Käthe Dassler, jugó un papel fundamental en defenderlo de las acusaciones de su hermano, logrando que se le imputara un delito menor que le permitió conservar la administración de la fábrica.
Sin embargo, la relación entre los hermanos quedó irremediablemente rota y se convirtieron en enemigos acérrimos, con sus familias divididas y enfrentadas. Para 1947, tras años de silencio y confrontación, Adolf decidió renombrar su empresa usando su apodo “Adi” y las primeras letras de su apellido, creando así Adidas AG.
Por su parte, Rudolf también emprendió su propio camino fundando inicialmente Ruda, un nombre formado con sílabas de su propio nombre y apellido, que más adelante se transformó en Puma.
Esta rivalidad familiar trascendió hasta convertirse en un conflicto social en la pequeña ciudad de Herzogenaurach, conocida como “el pueblo de los cuellos agachados”, ya que se decía que la gente evitaba mirarse a los ojos para no revelar a qué marca de calzado pertenecían. Era común que empleados de una fábrica no entablaran amistad con los de la otra.
A pesar de todo, el sueño original de los hermanos Dassler se cumplió con el tiempo, aunque por caminos separados. Hoy, Adidas y Puma son dos gigantes del mundo deportivo y de la moda, manteniendo una competencia comercial y de seguidores que refleja aquella antigua rivalidad familiar.
Adidas y Puma, otros protagonistas de la historia del siglo XX.