Ferro, liderado por Griguol, dejó su huella en la historia del fútbol argentino en la década de los 80’s.
En dos oportunidades, en el Nacional 1982 y en el Nacional 1984, el equipo se consagró campeón. Además, disputó la Libertadores 1985 y fue subcampeón del Metropolitano 1985.
Fue precisamente en el segundo Nacional donde Ferro demostró su mejor versión y se llevó el título con autoridad. El torneo contaba con una fase de grupos, octavos de final, cuartos, semifinales y final, y en esta última instancia, Ferro se enfrentó a River Plate, que tenía en Norberto Alonso su gran figura, ya que Enzo Francescoli acababa de unirse al club.
Pero ni el “Beto” ni los “Millonarios” pudieron con el “Verde”, que en el estadio Monumental, ganó por 3 a 0 con goles de Adolfino Cañete, Hugo Noremberg y Alberto Márcico, de penal. Precisamente, este último fue la gran figura del partido y afirmó que ese encuentro fue el mejor que tuvo en toda su carrera, que después continuó en Toulouse de Francia, Boca Juniors y Gimnasia de La Plata.
Luego, en la revancha que se jugó el 30 de mayo de 1984, Ferro, bajo la dirección técnica de Griguol, volvió a demostrar su superioridad ante River Plate, ganando por 1 a 0 con el gol del paraguayo Adolfino Cañete. El conjunto de Caballito dominó el partido a tal punto que la hinchada de River Plate suspendió el encuentro a los 25 minutos del segundo tiempo, ya que se intentó prender fuego la tribuna visitante, que actualmente sigue siendo de madera.
El estilo de juego de aquel Ferro rompió con los moldes establecidos e impresionó tanto a propios como a extraños, quienes no comprendían cómo un equipo sin grandes figuras lograba imponerse en los partidos tanto de local como de visitante. Ferro, un campeón inolvidable, quedará para siempre en la retina y el recuerdo no solo de sus hinchas, sino también de los amantes del fútbol.