En la novela La última función de Luis Landero, un grupo de amigos jubilados rememora una tarde de domingo de 1994 cuando un Tito Gil ya experimentado hizo su aparición en el bar-restaurante de su localidad natal en la Sierra de Madrid.
El famoso actor les propone una ambiciosa iniciativa para revitalizar el turismo y evitar el despoblamiento gradual del pueblo: organizar una gran representación colectiva.
Para llevar a cabo este proyecto, necesitan a una actriz destacada que actúe como su contrapunto. En ese momento, Paula, una mujer cuyos sueños han sido sofocados por la rutina diaria, aborda el último tren en Atocha y llega a una estación en un pueblo desconocido para ella.
La historia, que mezcla amor inesperado con un elenco de personajes secundarios llenos de humor, culmina en un final brillante.