Los Abuelos de la Nada: Un Viaje Nostálgico a Través de su Clásico Vasos y Besos

Observando desde la distancia, hoy podemos comprender que todo estaba orquestado para que sucediera. Pero viviéndolo en tiempo y espacio, no podemos ocultar nuestra sorpresa. Todo lo acontecido en la pre-democracia, en esos años que van desde el ocaso de los dictadores hasta los gloriosos 80’s, no nos dejaba margen para el análisis. Eran tiempos en los que el contexto era difuso, especialmente en el último año, con la pérdida de la guerra en Malvinas y la preparación de los dictadores para su huida, aunque aún no llegaba la presidencia de Alfonsín. Fueron meses dispersos, yendo de la cama al living, de miedos a esbozos de libertad, de la oscuridad a la luz.

En el ámbito musical, tímidamente empezaban a emerger en público discos y obras que antes estaban vedados, abriendo lugares que, sin alardes, se llenaban de rockeros ansiosos por el futuro, ávidos de auténtica diversión.

Los Abuelos de la Nada ya habían forjado parte importante de su legado. Miguel Abuelo, una figura veterana del rock para las nuevas generaciones, lideraba un grupo donde la libertad artística reinaba sin restricciones ni preferencias. En el escenario, todos tenían la oportunidad de brillar, proporcionando un entorno propicio para el crecimiento profesional de cada integrante.

El álbum comienza con la vibrante batucada electrónica “No se desesperen”, del talentoso Vasco Bazterrica. Este tema, con la cautivadora voz y guitarra del Vasco, rápidamente se convirtió en un éxito radial. Luego, nos encontramos con una composición de Andrés para la Elmer’s Band, previo a su reemplazo por Gringui Herrera, quien también había contribuido con “Tristeza de la Ciudad”.

“Así es el Calor”, una canción inmortal asociada al calor estival, destaca con cambios rítmicos y corales que cautivan, siendo un clásico en los escenarios de Paladium y locales contemporáneos.

La balada pop de Cachorro López, “Yo soy tu Bandera”, con la poesía elevada de Abuelo, se presenta como una cátedra en interpretación. El delicioso saxofón de Melingo y los coros new wave de Cacho, Andrés y Bazterrica completan esta joya musical.

“Sintonía Americana”, también fruto de esta colaboración compositiva, se acerca más a un estilo disco con líricas evocadoras que a una canción convencional de rock argentino. Sus arreglos novedosos y precisos, seguramente obra de Cachorro, la convierten en una referencia importante para futuras producciones.

“Por el ojo del mal espía el bien…” inicia “Espía de Dios”, una alegoría optimista y relajada que marca el cierre del lado 1 del vinilo. “Cucarachón de Tribunal”, pura cepa bazterricana, especulativamente dedicada a Joe Stefanuolo, se distingue por su falsete, reminiscente de los Bee Gees, y fue un hit en las discotecas. La entrada del sintetizador de Calamaro, que conecta con La Máquina de Hacer Pajaros, no sorprende dada la autoría. El lado 2 comienza con “Vamos al Ruedo”, al estilo Joe Jackson, desafiante y compleja, una muestra del saber profundo de Calamaro y Cachorro.

Le sigue “Mil Horas” de Andrés, inspirada por Cuino Scornik, una canción impresionante con un estribillo inolvidable y un arreglo musical extraordinario. “Hermana Teresa”, un encuentro entre Abuelo y Cachorro, recuerda a “Peperina” de Serú Girán, interpretada magistralmente por Miguel. “Chalaman”, el otro gran éxito del álbum, compuesto y cantado por Daniel Melingo, es un reggae genial y líricamente hermoso, una de las canciones más versionadas en la historia del rock argentino. La antigua “Mundos Inmundos” de Miguel cierra el disco de manera imponente, destacando el soberbio solo de guitarra de Bazterrica.

Vasos y Besos se consagra como una joya de la música popular argentina, una placa que aumenta su valor con el paso de los años.

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