The Velvet Underground & Nico: Un Viaje Creativo a través del Clásico Musical

Pocos álbumes icónicos en la historia de la música popular fueron tan pasados por alto en el momento de su lanzamiento como el debut de la banda neoyorquina respaldada inicialmente por el influyente artista plástico Andy Warhol. Como señaló el visionario Brian Eno, aquellos que adquirieron una de las escasas 30 mil copias vendidas terminaron, en última instancia, formando sus propias bandas. Esta declaración resalta la profunda influencia que este álbum ejerció, multiplicándose con el tiempo.

Enclavados en el entorno de la Factory de Warhol, donde convergían diversas expresiones artísticas de Nueva York, desde actrices, bailarinas, modelos y escritores hasta pintores y músicos, se encontraban los jóvenes Lou Reed (guitarra, voz), John Cale (viola, piano, bajo, voz), Sterling Morrison (guitarra, bajo), Maureen Tucker (batería, percusión) y la modelo alemana Christa Pfaffen, conocida como Nico (manejada por Warhol), quien participó como vocalista en cuatro canciones.

El músico irlandés Cale ya contaba con experiencia colaborando con La Monte Young, John Cage y el movimiento Fluxus, formando parte del colectivo conocido como Dream Syndicate. Mientras tanto, Reed aportaba canciones inspiradas en figuras literarias como Raymond Chandler, Nelson Algren, William S. Burroughs, Allen Ginsberg y Hubert Selby, Jr. Además, creaba su distintivo sonido de la “guitarra ostrich”, afinando todas las cuerdas en la misma tonalidad para lograr un efecto “drone”. En abril de 1966, Warhol y el ejecutivo de Columbia Records, Norman Dolph, financiaron las primeras grabaciones en los no tan confiables estudios Scepter en Manhattan, otorgando libertad creativa a la banda.

La intención de Warhol era que Velvet Underground formara parte del espectáculo “Exploding Plastic Inevitable” que recorrió Estados Unidos y Canadá. Esto se logró en cuatro días a un costo que no superó los tres mil dólares (aproximadamente 22 mil $ en 2017).

John Licata y Dolph supervisaron la grabación, pero a pesar de la influencia de este último en Columbia, el sello rechazó la grabación, al igual que Atlantic y Elektra, considerando inapropiadas las letras de Reed y la experimentalidad de la viola de Cale.

Finalmente, en mayo, Verve (un sello orientado al jazz, propiedad de MGM), gracias a Tom Wilson, accedió a distribuir el disco. Tres canciones se regrabaron en dos días (“I’m Waiting for the Man”, “Venus in Furs” y “Heroin”). La edición se retrasó lo suficiente como para incluir “Sunday Morning”, grabada en noviembre de 1966. Sin embargo, la impresión de la carátula, concebida por Warhol como un plátano pelado al jalar una calcomanía, tuvo problemas. Solo algunas de las primeras copias salieron con la portada correcta, convirtiéndose en objetos de colección. Aunque las reediciones en vinilo y CD no pudieron replicar la idea original, algunas ediciones especiales, como “Peel Slowly and See”, sí incluyeron ese diseño.

Las condiciones precarias de concepción y grabación del disco nunca clarificaron quién fue el verdadero productor. Cale atribuyó la producción a Tom Wilson, afirmando que Warhol solo aportó dinero y diseñó la portada, aunque este último fue acreditado como productor en el disco.

El álbum destacaba entre la psicodelia dominante en 1967, año del “Sgt. Pepper’s” de los Beatles y los debuts de The Doors y Pink Floyd. Mientras muchas bandas estadounidenses optaban por mudarse a la soleada California, Velvet Underground, arraigada en la libertad intelectual de Manhattan, se convirtió en una banda de culto que evitaba los festivales convencionales.

Las letras abordaban temas controvertidos como drogas, prostitución y sadomasoquismo, pero también exploraban temas menos polémicos. Reed, sin buscar la controversia, simplemente quería documentar esas experiencias. “The Velvet Underground & Nico”, con la icónica portada del plátano, sigue siendo uno de los álbumes más emblemáticos de todos los tiempos.

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